domingo, 9 de noviembre de 2008

19 años de libertad

El Muro de Berlín fue completado durante la fortificación de las fronteras de la RFA y otras fronteras occidentales de los países del Pacto de Varsovia.
Estaba provisto de un sistema muy completo de alambre de espino, fosos, barreras antitanque, recorridos para patrullas, torres de vigilancia y más de mil perros policía.
Las tropas fronterizas de Alemania del Este tenían órdenes de impedir por todos los medios la evasión de cualquiera que intentara cruzarlo, incluido el uso de armas de fuego. La orden de disparar a los fugitivos se interrumpía temporalmente en festividades y eventos para evitar las críticas de la prensa occidental...
Cientos de personas fueron asesinadas al tratar de cruzarlo.


El Muro de la Vergüenza cayó la noche del 9 de noviembre de 1989 gracias a las manifestaciones masivas en contra del gobierno de la Alemania Oriental y el empeño de los berlineses por recuperar su libertad, haciendo posible que el Telón de Acero que había dividido en dos al mundo pasase a formar parte del pasado.

Aquel día Schabowski anunció en una conferencia de prensa, retransmitida en directo por la televisión de Alemania Oriental, que todas las restricciones habían sido retiradas.
Decenas de miles de personas fueron inmediatamente al muro donde los guardas fronterizos abrieron los puntos de acceso permitiendo el paso. Gracias a los anuncios de radio y televisión de la RFA y Berlín Oeste miles de berlineses del Este se presentaron en los puestos de control y exigieron pasar al otro lado.
En esos momentos, ni las tropas de control de fronteras ni los funcionarios del ministerio encargados de regularlas estaban informados. Sin una orden concreta, sino bajo la presión de la gente, el punto de control de Bornholmerstrasse se abrió a las 23.00, seguido de otros puntos de paso, tanto en Berlín como en la frontera con la RFA.

Los ciudadanos de la RDA fueron recibidos con entusiasmo por la población de Berlín Oeste. La mayoría de los bares cercanos al muro daban cerveza gratis y los desconocidos se abrazaban entre sí. El mismísimo Rostropovitch, que había tenido que exiliarse al Oeste, fue al pie del muro a animar a los que lo demolían...
En la euforia de esa noche muchos berlineses occidentales escalaron el muro hacia la libertad.



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